Apareció la Cobra Iván López y su picadura resultó letal a tres minutos de la finalización. Hasta el gol, los bahienses no habían tenido chances en el complemento.
Liniers se transformó, últimamente, en un asesino silencioso esperando su momento para atrapar a su víctima. Estudia a su adversario, le pone obstáculos difíciles de sortear, lo va encerrando en su propio laberinto y, cuando se descuida, le inyecta un veneno mortal.
Semejanza de lo sucedido ayer en Olavarría, donde encontró el antídoto perfecto y el momento oportuno –faltaban 3 minutos para el cierre— de picar donde más duele con una de sus armas predilectas: el veneno de la Cobra Iván López. Golazo por donde se lo mire, con un gesto técnico de crack para girar sobre su eje y clavar un derechazo tremendo contra el parante derecho de Mocoroa.
Pero los méritos se acumulan en lo realizado con anterioridad. Porque si bien Liniers no llevó a Olavarría a su formación principal, fue consciente de sus limitaciones, no se expuso demasiado y cuando tuvo oportunidades llevó peligro al arco rival.
Bien agazapado atrás, con Herrera y Pacho como estandartes de los rechazos, la visita frenó el ímpetu de los carboneros, quienes pese a mostrar un juego atildado, procurando dar un buen destino al balón, carecieron de profundidad para lastimar.
A la defensa la apuntaló el trabajo de Adrián Monzón y el respaldo prolijo de Montiel jugando apenas por delante de la línea de cuatro como un verdadero limpiaparabrisas.
Se acortaron espacios y se replegó con orden. Los chivos tuvieron iniciativa y aprovecharon el desconcierto de los locales en la materia retroceso. Por eso Stautiner inquietó con un tiro libre; Pulgar casi convierte desviando la trayectoria de un balón enviado por Monzón y Acosta obligó a la intervención rápida del arquero en un mano a mano.
En Ferro, la temprana salida de Joel Zalzar por un golpe en el tobillo obligó a replanteos. La falta del creativo volante se sintió con creces, a tal punto que Partal pasó totalmente en esa fracción inicial.
Con Nievas en cancha en el complemento –Julián Sale se lesionó a los 5m.– la defensa siguió ofreciendo garantías, porque Herrera se ubicó como segundo central y Franco cubrió el lateral izquierdo. Ferro, en tanto, colocó a Piecenti como enlace y desarticuló el 4-4-2 para pasar al 4-3-1-2.
Liniers aguantó a pie firme y soportó una entrada solitaria de Joaquín Zalazar (remató muy desviado con el arco a su merced) y un disparo desviado de Piecenti, quien intentó con un tiro cruzado.
La rúbrica del empate estaba al caer, cuando los ingresados Gonzalo Barez e Iván López armaron un descalabro y le pusieron la frutilla al postre. El primero peinó el balón y el segundo convirtió un golazo.
Fuente: La Nueva